La madera de olivo se obtiene del árbol del mismo nombres cultivado en los países mediterráneos y, por extensión, en todos los países del sur de Europa y del África (Norte) en donde gozan de más altas temperaturas. Es de color ocre verdoso con vetas pardas muy irregulares y de superficie fina. La madera de olivo se seca lentamente y tiene una cierta tendencia a agrietarse y fisurarse. Es bastante difícil de aserrar, pero se trabaja bien tanto a mano como a máquina; da acabados muy lisos y puede ser pulida y teñida. Es moderadamente resistente a los hongos. La madera de olivo se usa para la taracea, el torneado, para realizar objetos pequeños y detallados y sirve además para entarimados.