La chapa natural de castaño es un acabado natural y su madera es originaria de Europa meridional y Asia Menor. Forma bosques en suelos frescos y húmedos.
Las chapas son hojas finas de madera en torno a 0,6 mm de grueso que se obtienen de la madera mediante cuchilla (no sierra) a la plana. En el corte a la plana la cuchilla se mueve horizontal o verticalmente cortando el trozo de madera en rollo sujeto en una mesa u otro artilugio.
La base sobre la que se pega la chapa de castaño suele realizarse en MDF en tableros de 19 mm.
El castaño se forma en bosques con suelos frescos y húmedos. Es un árbol de gran desarrollo (entre 20-30 metros de altura) cuyo tronco llega a medir 2 metros de diámetro, corto en los cultivados, más esbelto y menos ramoso en los silvestres, también llamados regoldos. Su corteza es de color ceniza o parduzco, profundamente resquebrajada. En los ejemplares jóvenes casi lisa y algo verdosa en ramas y tronco. Las hojas son grandes, de entre 10-25 cm de largo y 3-10 de ancho, en disposición alterna, y son oblongo-lanceoladas y profundamente dentadas. Tienen un pecíolo corto, de hasta 2 cm, siendo algo correosas y llevan abundantes nervios laterales.
Es sensible a las fuertes sequías estivales y a las grandes heladas invernales, perjudicándole las tardías de primavera y las escarchas precoces del otoño. Le gustan los terrenos silíceos, no tolera los suelos calizos. En hábitats boscosos puede tolerar una sombra ligera; se encuentra bien en laderas de montaña algo frescas pero calientes durante el verano, que es cuando se forman sus frutos. En los últimos tiempos, este magno árbol ha retrocedido enormemente, debido, en gran parte, a dos terribles plagas: la tinta y el chancro, pero su enorme vitalidad y la facultad de rebrotar de cepa aseguran la supervivencia de muchos castañares.